En este momento de mi vida, en la que el (ansiado) trabajo me tiene absorbidos mente y físico, me reencuentro intensamente con la lectura. La suerte, además, es haber topado a lo largo de este año con un gran número de títulos que bien hubieran merecido unas líneas por estos lares. De entre todo lo leído, uno de los títulos más fascinantes que ha pasado por mis manos ha sido esta autobiografía ganadora del Premio Pullitzer de biografía del año 2016. Todo empezó con un encuentro casual en la biblioteca que enlazó memorias recientes de vete-a-saber-de-dónde-me-suena-esto con la búsqueda de una guía para un viaje a Madeira. Porque finalmente esa fue la clave para que me decidiera a cogerlo, qué mejor que leer un libro donde sabes que hablarán de un lugar al que has ido o irás.
Primero de todo podríamos definirlo como un cuaderno de viaje. Como toda la vida de su autor, desde su infancia y adolescencia entre California y Hawaii, hasta el mundo entero que finalmente surca a lo largo de su vida, ayudado obviamente por su profesión de periodista de conflicto. Porque lo primero que nos atrapa de su narración es la descripción sencilla de los lugares por los que pasa y sus gentes, esa ruta vital fascinante que comienza en las islas Hawaii y continúa años más tarde por toda una retahíla de islas polinesias a buscar entre el Pacífico en Google Maps (porque probablemente jamás las hayas oído ni mencionadas), Australia, Indonesia, Sudáfrica, San Francisco, y por último, esa esmeralda salvaje y fascinante en medio del Atlántico que es Madeira. Sintiendo cada lugar tan propio como lo siente el autor mientras allí se encuentra, mimetizado entre su naturaleza, sus olas y sus habitantes. Enfrentándose a sus peligros, a sus retos, a la propia supervivencia. Y, principalmente, sin alardear de ello en ningún momento, sin sentirse superior por aquello que vive, sin la chulería que quizás esperaríamos de alguien con vivencias tan intensas.
En todo esto, es importante subrayar el hecho de que es un libro sobre surf. Sí, y como tal se define en su reverso. Porque el surf y la búsqueda constante de la ola es la espina dorsal en la que se apoya y la base de su narración. La guía de sus interminables expediciones, la razón para seguir o quedarse en un lugar. El hilo conductor de la vida que nos narra su protagonista. Y, a través de él, paralelamente pasan las décadas desde su nacimiento en los 50 hasta la actualidad, pasan diferentes episodios de la historia mundial, la transformación de la sociedad y del mundo, las diferentes etapas de la vida, la evolución de los sentimientos. Su ansia por surcar las olas de medio mundo, lo que le mueve por el mundo. Es su refugio, un lugar íntimo entre las olas y él, su manera de enfrentarse a las adversidades de la vida.
Tal y como es ese mundo que construimos para nosotros mismos con nuestras propias aficiones. Esa relación íntima y personal que tenemos con aquello que nos apasiona y nos adueñamos como propio. Esa contradicción que sentimos ante el hecho de que algo que sólo conocíamos nosotros de repente gane más popularidad de la que en el fondo desearíamos. El descubrimiento público y mercantilización paulatina de nuestros paraísos personales, sean los que sean. Y todo ello unido a la suma de los años, a la madurez y la perspectiva que nos proporciona la acumulación de aventuras, a la nostalgia en la que finalmente deriva. He aquí la universalidad de lo que nos narra, donde cada uno podría sustituir el surf por aquello que le apasiona profundamente y probablemente suscribiría cada sentimiento reflejado. La clave de la profunda conexión que consigue el autor con cualquier lector que tenga delante.
Es por ello que recomiendo encarecidamente este libro a todo aquel que guste de leer sobre viajes, experiencias, aventuras y retos. Y especialmente al que guste de hacerlo en un lenguaje claro pero trabajado, próximo al periodismo más literario. Un lenguaje que narra y describe con igual destreza y ritmo, que nos sumerge en la adrenalina del surf y nos contagia la fascinación que por él siente el autor, que nos invita a acompañarle en el devenir de la vida y nos deslumbra con los parajes en los que se desarrolla la acción. Y con él, por qué no, aprender algo sobre esa disciplina deportiva que tiene una relación tan estrecha con el mar, algo que puede resultar inspirador para todos aquellos enamorados de él.
Una pequeña joya autobiográfica.
Una gran reseña! Yo tengo muchas ganas de leer estos Años Salvajes y después de leer tu entrada aún más.